16 de març del 2014

Sortida al Palau de la Música, 3r i 4t d'ESO



Després d'un curs sense sortides, teniem moltes ganes de poder fer-ho una altra vegada. Amb 3r i 4t vam fer una visita al Palau de la Música amb un programa força entretingut. El protagonista era Ara Malikian. Aquí a sota poso una entrevista apareguda a La Vanguardia.

Aquí teniu les fotos de la sortida. Clica a sobra la imatge per veure-les.



Aquí deixo una mostra dels treballs que veu fer, després de fer el recorregut pel BARRI GÒTIC de Barcelona. Xulos!

Clica a sobre de la imatge per veure la presentació.





I aquí una entrevista al protagonista del concert que vam escoltar, Ara Malikian. Al·lucinant!

Regáleme un recuerdo de su infancia. 
No tengo. Quien ha tenido una infancia difícil suele borrarla. Considero que mi vida comenzó a los 15 años. Somos consecuencia de la infancia. Sí, y yo soy muy afortunado: estoy vivo. Disfruto cada segundo. La guerra de Líbano fue difícil: mucha angustia, bombas continuas de unos y otros... Pasé mucho miedo.


¿Iba al colegio? 
La guerra civil comenzó cuando yo tenía 6 años, así que apenas fui al colegio. Mi padre era violinista y empecé a tocar el violín en los refugios antiaéreos para pasar el rato.
... 
Aunque bajo tierra, la vida continuaba. Allí estaba todo el barrio: unos cantaban, otros contaban chistes, otros bailaban... Procurábamos reír.

Su padre era un famoso intérprete pop. 
Sí, pero no le gustaba, su pasión era la música clásica y me transmitió ese amor. A los 12 años di mi primer concierto, luego pedí una beca para estudiar en Alemania. Me fui a los 15 años. El que podía se marchaba.

¿Cómo fue su partida? 
Dura, pero para mis padres debió de ser espantosa: nunca más volví. El país estaba bloqueado, la única manera de marcharse era embarcándose hacia Chipre y todos querían coger ese barco. Tras siete noches haciendo cola conseguí colarme. La cuestión era huir, daba igual Alemania que China.
No hablaba alemán y estaba solo. Fue difícil, pero tuve mucha suerte. La suerte siempre me ha acompañado.

¿Qué pensaba? 
No pensaba. En ese mundo tan extraño mi consuelo era tocar el violín. Tuve encuentros afortunados y pude sobrevivir, porque al llegar me enteré de que la beca era para cuando cumpliera 18 años. Una academia me matriculó y pude quedarme en el país.

¿Y el dinero? 
Otro golpe de suerte. Di un concierto y por error pensaron que era judío. Me preguntaron si sabía tocar música judía; no tenía ni idea, pero dije que sí y amenicé bodas judías durante cuatro años.

¿Quién fue su primer amigo o amiga? 
Fue también algo extraño. Yo era un tipo raro para los alemanes, así que mi primer amigo fue un turco, un drama para mis padres.

El enemigo. 
Sí, pero en realidad armenios y turcos somos muy parecidos, somos hermanos. Fue una gran enseñanza: las personas no tienen la culpa de lo que hacen sus gobiernos.

¿Tocaba en las calles? 
Alguna vez, pero nunca por necesidad, y todavía lo hago. Me gusta la mirada curiosa de la gente. En un auditorio, donde la gente ha pagado, está predispuesta; en la calle, si no lo haces bien, nadie te hace caso.

¿Qué hace que la gente se pare y mire? 
La música consiste en transmitir emociones. A los músicos no nos gusta que nos tilden de entretenedores, pero eso es lo que somos, y no creo que ningún maestro sea más que eso.
Mozart lo sabía. Tenemos que llegar a través de la música al corazón de la gente, y no hay más.

Usted ha profundizado en la música armenia, árabe, judía, flamenca... 
Simplemente, me he encontrado con músicos, hemos hecho amistad y hemos tocado juntos, nos hemos divertido y enriquecido.

Ha vivido en Hannover, Londres, París y ahora Madrid. 
Dejé Londres porque rompí con mi pareja. Volví a Alemania, mi piso se quemó y lo perdí todo. Era el momento de cambiar, vine aquí y decidí quedarme un tiempo.

Lleva quince años. ¿Cree en el destino? 
Creo en el instinto y en la suerte. Yo soy muy indeciso, así que escojo por instinto.

¿Qué aprendió de su cultura? 
Tras el genocidio, los armenios estuvimos a punto de desaparecer y nos volvimos desconfiados y cerrados. Creo que eso es justo lo que no hay que hacer.

Usa el humor en sus espectáculos. 
Siempre intento que mi vida sea alegre, porque al final nada es tan importante. Con mis parejas suelo tener conflictos por eso, me recriminan que siempre pase por encima de los problemas de puntillas.

¿Y? 
Es cierto, soy muy positivo y busco lo bueno de todo; puede ser irreal, pero para mí es real. En el escenario, siendo yo mismo, sin intención de ser gracioso, la gente se reía, y pensé que había que aprovecharlo.

Es un don. 
Soy una persona muy feliz, muy sonriente, y quizá sea contagioso. La seriedad y la pedantería de la música clásica alejan, por eso decidí involucrar el humor.

Prácticamente tiene usted un concierto diario en algún rincón del mundo. 
Mi mayor temor es que se convierta en algo rutinario. Lo que hago es mi sueño: tocar y hacer música. Ni siquiera sueño con tocar en tal lugar o con tal director, me basta con tocar. De hecho, si no me pagaran, haría lo mismo que hago.

¿Qué le pide a su Dios?
No le pido, le agradezco.